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Un buen día, la lluvia se volvió crónica y lo que hubiera sido una llovizna más, se tornó en un diluvio eterno. Y, en esa eternidad de agua e inundaciones, los poderes -siempre el poder- deciden que la milenaria ciudad debe ser refundada con todos sus símbolos "esenciales y paradigmáticos" en algún lugar del planeta. Y en ese tiempo suspendido, dos seres a la deriva tienen la tarea de almacenar aquello que, ya saben, dota de identidad a un pueblo, ciudad, país, nación o estado.
Y mientras unos “ponen a buen recaudo” todo esto, otras (ella) intenta buscar la luz que ilumine de una vez esa malgama de medias verdades.
Querido público: Mucho ha llovido y, me temo, mucho lloverá. Así que pónganse cómodos, disfruten, rían y salgan corriendo a buscar iluminación. Créanme, en estos tiempos de "identidades diversas” nos hace mucha falta. Borja Roces.
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